Recorrido por la Basílica

La basílica de San Vicente Ferrer sigue constituyendo hoy día un importante ejemplo de la arquitectura conventual valenciana de principios del siglo XX. De estilo neogótico, sus dimensiones son: longitud 60 metros; altura, 30 metros; altura de la nave central 21 metros; del cimborrio 45 metros; de las naves y capillas laterales, 9 metros.

Su construcción se extiende desde 1906 a 1921, obra del arquitecto Joaquín María Arnau Miramón, seguido tras su muerte por el arquitecto Francisco Almenar Quinzá. Tras su utilización en diversos fines civiles y la destrucción de imágenes y enseres durante la guerra civil,  fue restaurada al culto y, posteriormente, erigida basílica menor por el papa Pio XII en 1951.

La fachada, flanqueada por dos torres, está adornada con las figuras de Santo Domingo y de San Vicente Ferrer y distintos escudos y motivos dominicanos.  En su interior, el templo tiene atrio, planta de cruz latina, tres naves, cuatro capillas por lado y ábside con girola. La estructura es de arcos centrales apuntados que, arrancando sobre pilastras de haces de columnas adosadas, descargan en los de las naves laterales y contrafuertes exteriores. La cúpula sobre el crucero es de planta octogonal y su elevado tambor la constituye en un verdadero cimborrio. En las pechinas se impostan monumentales esculturas de los papas dominicos San Pio V, Benedicto XI, Inocencio V y Benedicto XIII obra de Carmelo Vicent y cada una de 5 metros.

Uno de los conjuntos más bellos y mejor conservados son las vidrieras (5 x 2 metros) realizadas con cristal de Bohemia por la famosa casa Maumejean Hermanos, de Madrid, a excepción de las del cimborrio, obra de Prat que fueron destruidas en 1936 y sustituidas por unas policromadas de diseño moderno en 1956. Las de la nave central están dedicadas a la vida y hechos significativos del titular del templo y en el crucero y ábside son los quince misterios del Rosario.

La primera capilla del lado de la izquierda de la puerta principal, es la de Santa Catalina de Siena, laica dominica, doctora de la Iglesia y patrona de Europa. En el frontis hay sendos óleos murales sobre su vida, firmados por el valenciano Francisco Lozano en 1940.

Las siguientes están dedicadas respectivamente a la Virgen de Montserrat, a San Martín de Porres y a San José, siendo la imagen policromada de este último del escultor José Esteve Edo.

En la última pilastra antes del crucero está el púlpito de mármol, anterior a 1936 si bien ha perdido las imágenes que adornaban sus hornacinas, y cuya balaustrada cerrada está ornamentada con un escudo de la Orden.

El altar del crucero está dedicado a la Virgen del Rosario. El grupo escultórico de la Virgen, el Niño y Santo Domingo de Guzmán es obra de Vicente Navarro en 1944. Se decora con un monumental retablo en alabastro, dividido en quince compartimentos con escenificaciones en relieve de los Misterios del Rosario. En las entrecalles y flancos figuran imágenes de santos especialmente vinculados a esta devoción propagada por los dominicos. Todo esto fue esculpido por José Justo Villalba y puesto entre 1955 y 1956.

El baldaquino del presbiterio, en mármoles de varias tonalidades y su parte superior en nogal y metales repujados, fue diseñado por el monje benedictino Celestino Gusi e inaugurado en 1950.

La escultura del San Vicente Ferrer que preside la basílica es obra de Carmelo Vicent. El coro conventual, de 60 asientos en dos pisos, cierra el espacio. También es notable la verja forjada, obra del maestro Capilla.

Por una puerta del pasillo izquierdo de la girola se accede a la Capilla de la Comunión, en cuya cabecera hay tres vidrieras que representan las virtudes teologales (Fe, Esperanza, Caridad) y otras dos con las imágenes de San Antonio de Padua y San Pedro Mártir. Tiene un bello sagrario realizado en Valencia en 1946. Su interesante puerta la configura lo que se conservaba del anterior: la efigie de Santo Domingo y San Juan de Colonia y el escudo de la Orden Dominicana. En su parte central aparece la Virgen con el Niño, combinando bronce natural y dorado.

Siguiendo la girola se encuentra un fajo de columnas en las que, subiendo por unos escalones, se puede venerar una reliquia de San Vicente. Más adelante se encuentra el Santísimo Cristo de la Agonía, obra de Carmelo Vicent.

El siguiente altar del crucero es el de Santo Domingo de Guzmán, cuya escultura (de 2’90 metros) es obra de José justo Villalba, bendecida en 1957. Bajo la mesa del altar, hay una figura yacente del venerable Miguel de Fabra, fraile fundador del antiguo Convento de Predicadores (1239); escultura en alabastro, obra también de José Justo Villalba, puesta en 1964. A la derecha, en el suelo, están enterrados tres frailes dominicos martirizados en Valencia en 1936: los Beatos Luis urbano, Constantino Fernández y Rafael Pardo.

La capilla posterior está dedicada a Santo Tomás de Aquino, siendo el autor de la talla de José Justo Villalva, y la siguiente a San Luis Beltrán, obra de Díaz López en 1948.

La contigua es la de la Virgen de los desamparados con una antigua talla de Vergara. En la actualidad tiene una pieza excepcional por su buen trabajo, como es el comulgatorio labrado en mármol por José María Ponsoda y Bravo que, con gran minuciosidad, copia con detalle el trabajo de las puntillas colocadas sobre el largo reclinatorio.

La Basílica de San Vicente, fue concebida como un gran templo según la mentalidad y características de su tiempo, como no podía ser de otra manera. Es un valioso legado que enriquece el patrimonio artístico valenciano.

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