El pasado 7 de octubre concluimos el triduo celebrado en la Basílica en honor a la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, advocación que es patrona de la Orden de Predicadores. La celebración fue presidida por fray Juan Carlos González, y estuvo animada por el coro de frailes estudiantes del Real Convento de Predicadores. En la asamblea estuvieron presentes varios representantes de la Fraternidad Laical Dominicana y compañeros de estudio de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer.

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En la homilía, fray Juan Carlos hizo un recorrido histórico del santo rosario cuyos orígenes se remontan a la época monástica. Como buen conocedor de esta tradición, Santo Domingo la implementó en su multiforme predicación. A partir de entonces y a lo largo de las generaciones, el Rosario ha ido tomando la forma que conocemos al día de hoy y su proceso ha estado en buena parte vinculado a la historia de la Familia Dominicana. Sería fray Alano de Rupe en el siglo XV uno de sus principales difusores, y gracias a san Pio V quedó establecida la estructura de la oración como la conocemos hoy. De hecho, la fiesta de la Virgen del Rosario fue instituida por el propio san Pio V en acción de gracias por el triunfo en la Batalla de Lepanto.  La homilía fue momento oportuno para recordarnos la riqueza que nos ofrece el Rosario, en el cual se conjuga una teología auténtica «de rodillas» en la que la contemplación del misterio de Jesús se hace fecundo a través de los ojos de la fe cristiana.

Pedimos a María que, en nombre de su Hijo, nos siga guiando en el camino de fiel seguimiento a Jesús para hacer la voluntad del Padre, de la misma manera que ella supo donar su vida en entrega generosa al proyecto de Dios.